sábado, 20 de agosto de 2011

La piedra en el estanque


Una piedra arrojada en un estanque provoca ondas concéntricas que se ensanchan sobre su superficie, afectando en su movimiento, con distinta intensidad, con distintos efectos, a la ninfa y a la caña, al barquito de papel y a la balsa del pescador. Objetos que estaban cada uno por su lado, en su paz o en su sueño, son como reclamados a la vida, obligados a reaccionar, a entrar en relación entre sí.
Otros movimientos invisibles se propagan hacia el fondo, en todas direcciones, mientras la piedra se precipita removiendo algas, asustando peces, causando siempre nuevas agitaciones moleculares.
Cuando toca fondo, agita el lodo, golpea los objetos que yacían olvidados, algunos de los cuales desentierra, otros a su vez son tapados por la arena. Innumerables acontecimientos, o miniacontecimientos, se suceden en un tiempo brevísimo.
Quizás ni aun teniendo el tiempo ni las ganas necesarias sería posible registrarlos, sin omisión, en su totalidad.
Igualmente una palabra, lanzada al azar en la mente, produce ondas superficiales y profundas, provoca una serie infinita de reacciones en cadena, implicando en su caída sonidos e imágenes, analogías y recuerdos, significados y sueños, en un movimiento que afecta a la experiencia y a la memoria, a la fantasía y al inconsciente, complicándolo el hecho de que la misma mente no asiste pasiva a la representación, sino que interviene continuamente, para aceptar y rechazar, ligar y censurar, construir y destruir.

Gianni Rodari, Gramática de la fantasía

Gracias!!!


Y esto fue lo que pasó cuando amigas y amigos leyeron aquellas: Conversaciones sobre la varicela.
¿Vos tuviste varicela? ¿Te acordás?


Graciela San Román:
ay, las cascaritas!
por qué la vida nos tienta así?
cuando era nena me gustaban las cascaritas de mi cuerpo,
las de varicela y sarampión (tuve una, no se cuál)
y las de los porrazos en las rodillas
me encantaba, en un placer masoquista,
sacarme de a poquito esas cascaritas,
como pelar una mandarina dura
aunque un poco dolía, no importaba
pero no se podía porquetequedanmarcas!

la vida me dio revancha
y ahora, con edad de tener nietos,
me he caído con cascarón en rodilla derecha
y me he dado el permiso
rodilla mandarina, huellita para siempre


Stella Salum:
Sabes que tuve varicela en Pampa del Malleo junto a mis alumnos ; creo a los 22 años, en esa época trabajaba en una escuela albergue, por lo tanto estábamos todos juntos, una cama al lado de la otra y con varicela. Qué buen recuerdo, me divertí un montón , parecíamos la junta nacional de granos.


Elsa Calzetta
Tuve varicela a los 16 años. En épocas en que no había vacuna. Mucha fiebre, sed, dolor de cabeza y malestar general. Imposible salir de la cama. El cuerpo maltratado, porque los ganglios se inflamaban, como si fueran a explotar. Allí supe (porque no tenía noticias de su existencia) que a los lados de la nuca, tenemos ganglios. Y que inflamados, duelen. Soporté sin dignidad las mal nacidas ampollitas, que tuvieron su proceso antes de secarse y desaparecer. De ampollitas pasaron a transformarse en círculos parecidos a los que deja un cigarrillo al quemar la piel. Lo más angustiante de mi varicela fue no ver a mi querido noviecito por unos cuantos días... mal recuerdo.


Laura de la Loza:

Y pensar que desde el área de salud sólo la vemos como una enfermedad contagiosa de vigilancia epidemiológica, ja.
Cuanto más divertido sería acompañar las estadísticas con estas hermosas "conversaciones" de los afectados.


Alejandro Lemus:


yo no me acuerdo
si tuve varicela
tuve seguro
la rubiola
que es medio parecida


Selva Dipasquale:
Cómo nos quedan las marcas de la varicela a todos, eh... yo tengo una marquita en el pecho.... y como si fuera poco de grande tuve la recidiva de la varicela… que no es nada más y nada menos que eso que llaman culebrilla y como duele!
Tu post me recordó de inmediato este bello poema de Florencia Fragasso:

Varicela

Mis sobrinas están con
Varicela

quejosas, insaciables: una
toda brotada, otra
con puntos esporádicos
apenas

me toco
los dos agujeritos
huellas de mi propia varicela
en la frente
la yema del dedo las camina
de memoria

¿les quedarán marcas a ellas?

mi tacto las reconoce como rasgos
distintivos, como esa gota sellada en el parquet
a pocos centímetros del zócalo

aureolas ligeramente hundidas
templos mínimos

"no te rasques" aún se escucha
se ve que no hice caso
mis sobrinas, allá lejos,
¿harán caso?
¿cómo se dirá
varicela o
paperas
en su lengua?

mi hermana y yo tuvimos
Varicela durante Malvinas
mirábamos
la elección de Miss Universo
desde la cama
en una tele blanco y negro

prestada